Tareas nacionales y democráticas de la revolución burguesa

Tareas nacionales y democráticas de la revolución burguesa

Hitos básicos de las revoluciones burguesas que permiten el desarrollo del capital nacional y la consolidación de su dominio mediante un estado nacional propio.

Dentro de las tareas nacionales de las revoluciones burguesas, la más importante de ellas sería la consecución de la unidad del mercado nacional que permite a la burguesía afrontar la producción en masa. Este implica la abolición de las trabas jurídicas a la mercantilización de las relaciones sociales (conversión de la tierra y la fuerza de trabajo en mercancía), de las trabas al comercio (aduanas internas, barreras lingüísticas, etc.) y la sustitución de estructuras estatales feudales basadas en derechos y privilegios señoriales por un aparato estatal centrado en la defensa de los intereses del capital nacional tanto en el interior como el exterior de sus fronteras.

Dimensión «democrática» de las tareas nacionales

En la consecución de sus tareas revolucionarias, nacionales, la burguesía necesita constituir la nación, liderar al conjunto social contra las clases y el estado estamentales dominantes hasta entonces. Donde además de un campesinado autónomo, existían una pequeña burguesía y un incipiente proletariado, incluyó concesiones para estas clases en su programa ofreciéndoles posibilidades legales de representación en el estado y de auto-organización para sus intereses.

Estos elementos programáticos que forman parte de lo que la burguesía necesita para poder constituir una nación es lo que se conoce como «tareas democráticas de la revolución burguesa». Que serán tomadas luego por la pequeña burguesía en sus intentos, siempre infructuosos, para reinventar la nación desde el pueblo, esto es, su intento de dirigir al conjunto de clases no explotadoras en su propia resistencia a las consecuencias de la concentración capitalista.

¿Tuvo el proletariado «tareas nacionales» o «democráticas»?

El proletariado, durante el capitalismo ascendente, apoyó el ascenso a clase dirigente de la burguesía como fase de su propia extensión y desarrollo como clase mundial. Pero ya desde 1847, en vísperas de la revolución del 48, los comunistas alertaron a los trabajadores del peligro de creer que las tareas de la burguesía fueran las propias o hacerse ilusiones sobre el contenido de las concesiones arrancadas a la que estaba llamada a convertirse en nueva clase dominante.

En Alemania está todavía por delante la lucha decisiva entre la burguesía y la monarquía absoluta. Pero, como los comunistas no pueden contar con una lucha decisiva con la burguesía antes de que ésta llegue al poder, les conviene a los comunistas ayudarle a que conquiste lo más pronto posible la dominación, a fin de derrocarla, a su vez, lo más pronto posible.

Por tanto, en la lucha de la burguesía liberal contra los gobiernos [absolutistas], los comunistas deben estar siempre del lado de la primera, precaviéndose, no obstante, contra el autoengaño en que incurre la burguesía y sin fiarse en las aseveraciones seductoras de ésta acerca de las benéficas consecuencias que, según ella, traerá al proletariado la victoria de la burguesía.

Las únicas ventajas que la victoria de la burguesía brindará a los comunistas serán: 1) diversas concesiones que aliviarán a los comunistas la defensa, la discusión y la propagación de sus principios y, por tanto, aliviarán la cohesión del proletariado en una clase organizada, estrechamente unida y dispuesta a la lucha, y 2) la seguridad de que el día en que caigan los gobiernos absolutistas, llegará la hora de la lucha entre los burgueses y los proletarios. A partir de ese día, la política del partido de los comunistas será aquí la misma que en los países donde domina ya la burguesía.

Federico Engels. Principios del Comunismo, 1847

¿Tiene hoy el proletariado «tareas nacionales» o «democráticas»?

No. Tras la entrada del capitalismo a su fase imperialista el proletariado dejó de apoyar cualquier facción burguesa aunque tenga como bandera la consecución de las tareas nacionales o democráticas.

El imperialismo se produce por la ausencia crónica de mercados extracapitalistas suficientes para realizar el conjunto de la plusvalía producida. Los mercados extracapitalistas son los formados por artesanos, campesinos autónomos y en general por los productores de valor mercantil que no participan de la reproducción ampliada de capital.El imperialismo supone por tanto el paso a una etapa en el cual es imposible un desarrollo independiente del capital nacional que, desde el momento mismo en que llegue al poder está abocado a comportarse como un capital imperialista: sobre-acumulación, sobre-concentración en torno al capital financiero y el estado, desarrollo especulativo, militarismo, expansionismo, etc.

Esto se vio ya en el proceso de liberación nacional turca antes de la primera guerra mundial y a partir de ese momento no existe un solo caso histórico de lo contrario. Al revés, el balance de la liberación nacional a partir de las guerras mundiales es la aparición de capitalismos de estado monstruosos, insertos en la batalla imperialista desde el primer momento, cuando las «guerras de liberación nacional» se convierten inmediatamente en guerras inter-imperialistas. Estas guerras culminaron no con una independencia nacional real en los términos en que se había entendido hasta ese momento, sino con la formación de estados encuadrados en bloques ordenados por las grandes potencias del momento.

Es decir, el paso a la etapa imperialista, tras una transición de veinte años que culmina con la primera guerra mundial, convierte al estado nacional en una forma social universalmente reaccionaria. Es la consecuencia del paso del capitalismo y de la burguesía como un todo, a su decadencia histórica. Este salto histórico elimina la posibilidad de cualquier «tarea democrática» o cualquiera de las «tareas nacionales» del proletariado en las luchas por el poder estatal de alguna facción burguesa por «anti-imperialista» o «democrática» que se pretenda.

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