Liberación nacional

Liberación nacional

Revolución burguesa que toma la forma de separación estatal. Históricamente se produjo como segregación de regiones con un desarrollo burgués característico respecto a imperios y estados feudales o como reacción burguesa frente a la dominación de su territorio por un ocupante o colonizador.

Significado de la liberación nacional

El capitalismo ascendente conoce la expansión y ascenso de la burguesía como clase dirigente. Con las revoluciones burguesas aparece la nación como expresión del proyecto de articulación del conjunto social por la burguesía.

En los grandes imperios donde aparecen burguesías regionales que pueden articular una alternativa para todo el territorio del estado estamental, la revolución burguesa puede tomar la forma de liberación nacional, es decir, de separación de un territorio del estado dinástico para convertirse en mercado nacional bajo un estado nacional propio.

Mientras no exista un proletariado con capacidad dirigente -como sucederá en el imperio ruso y sus provincias más industrializadas, como Polonia o Finlandia, a partir de 1900- estos movimientos serán históricamente progresivos. Progresivos porque apuntan a la expansión del mercado mundial, el desarrollo dentro de las nuevas fronteras de una clase trabajadora masiva y por tanto, a la formación del proletariado como clase universal.

El objetivo de la liberación nacional es la emancipación de la burguesía de un marco político y jurídico que constriñe el desarrollo del capital. No tiene, por tanto, un sentido históricamente progresivo per se, sino solo cuando existe la posibilidad de un desarrollo independiente del capital nacional que a su vez haga posible la extensión y desarrollo del proletariado en un nuevo territorio.

La necesidad de la burguesía de controlar el mercado interno no es el único fundamento material de los movimientos nacionales. Existen otros factores: el militarismo, que garantiza la soberanía del país al mismo tiempo que ayuda a abrir un pasaje hacia el mercado mundial; el proteccionismo aduanero; una jurisprudencia, una educación y nuevos medios de comunicación. El capitalismo necesita asegurar las condiciones económicas de su crecimiento y establecer íntegramente el aparato de un estado moderno. La burguesía, para expandirse, necesita tanto desarrollar sus medios de producción, como reforzar su poder de clase.

Así, el estado independiente constituye la forma de gobierno, históricamente indispensable, que permite a la burguesía pasar de la defensiva a la ofensiva, de la lucha por la centralización a la política imperialista.

Rosa Luxemburgo. La cuestión nacional y la autonomía, 1908

Estas condiciones desaparecen paulatinamente bajo el imperialismo y definitivamente con la entrada del capitalismo en decadencia.

El desarrollo hacia el Gran Estado que caracteriza la época moderna y que gana en importancia con el progreso del capitalismo, condena de entrada al conjunto de mini y micronacionalidades a la debilidad política. Al lado de algunas naciones muy potentes, que son los auténticos gerentes del desarrollo capitalista porque disponen de los medios materiales e intelectuales indispensables para preservar su independencia económica y política, la «autodeterminación», la existencia autónoma de las mini y micronaciones, es cada vez más ilusoria.

Este retorno a la existencia autónoma de todas o, al menos, de la gran mayoría de las naciones actualmente oprimidas solo sería posible si la existencia de pequeños estados tuviera posibilidades y perspectivas de futuro en la época capitalista. Por ahora son tan necesarias las condiciones económicas y políticas propias de un gran estado en la lucha por la existencia de las naciones capitalistas, que incluso los pequeñeos estados políticamente independientes, formalmente iguales en derechos, que existen en Europa, solo desempeñan un papel simbólico y la mayor para de las veces son títeres de otros estados.

¿Puede hablarse formalmente de autodeterminación» para los montenegrinos, los búlgaros, los rumanos, los serbios o los griegos, formalmente independientes, o incluso, en cierta forma para los suizos? (…)

El segundo aspecto fundamental de la evolución reciente, que hace utópica esta consigna, es el imperialismo capitalista. (…) El resultado de esta tendencia es la liquidación permanente de la independencia de un número cada vez mayor de países, de pueblos y de continentes enteros.

Teniendo en cuenta esta evolución y la necesidad que tienen los grandes estados capitalistas de la lucha por la existencia en el mercado internacional, de la política universal y de las posesiones coloniales, «lo más adecuado para realizar sus funciones en las condiciones actuales», es decir, lo que mejor corresponde a las necesidades de la explotación capitalista, no es el «estado nacional» -como supone Kautsky- sino el estado imperialista. (…)

Tal como lo entienden los socialistas, este derecho [la autodeterminación] debe tener, por su misma naturaleza, un carácter universal, y el solo hecho de reconocerlo así basta para poner de manifiesto que la esperanza de realizar este «derecho» en el sistema existente es una utopía en contradicción directa con la tendencia del desarrollo capitalista, sobre cuya base se ha constituido la socialdemocracia. Volver al objetivo de dividir todos los estados existentes en unidades nacionales y limitarlas mutuamente según el modelos de los estados y los pequeños estados nacionales es una tentativa desesperada y, desde un punto de vista histórico, reaccionaria.

Rosa Luxemburgo. La cuestión nacional y la autonomía, 1908

La imposibilidad de un desarrollo capitalista independiente se haría evidente a los revolucionarios que estaban organizando la izquierda comunista en los países semicoloniales, como Antonio Gallo.

¿Entonces que significa la lucha por la liberación nacional? ¿Acaso el proletariado como tal no representa los intereses históricos de la nación en el sentido en que tiende a liberar todas las clases sociales por su acción y a superarlas por su desaparición? Pero para ello necesita, precisamente, no confundirse con los intereses nacionales (que son de la burguesía, pues esta es la clase dominante) que en el terreno interior y exterior se contradicen agudamente. De manera que esa consigna es rotundamente falsa. (...)

Las características de la Argentina no hacen sino ratificar la necesidad de la aplicación de las leyes generales de la revolución y de la dinámica histórica que en lo fundamental rigen para todos los países del planeta. Uno de los rasgos más característicos del capitalismo es que su economía ha dejado de coincidir con las fronteras nacionales. Si en el pasado -en relación al feudalismo- éstas fueron un progreso, a la hora presente son una de las mayores taras de la humanidad, junto con el nacionalismo, en parte su consecuencia.

La economía, como la política son, aun con ello, internacionales. Al crear fuerzas productivas mundiales, dividir el trabajo en una escala universal y formar un mercado mundial, el capitalismo prepara las condiciones necesarias para que las formas políticas adquieran un aspecto internacional. Esto quiere decir que el país atrasado puede asimilar, por la presión exterior, las etapas históricas de los países adelantados en todos los órdenes. Esta concepción dinámica de la sociedad actual en su conjunto elimina toda posibilidad de valor real a la distinción de países en rango o no para el socialismo.

«¿Adónde va la Argentina? ¿Frente Popular o lucha por el Socialismo?» Antonio Gallo, 1935

En su debate con Mariátegui, Gallo denuncia la «revolución agraria anti-imperialista» del escritor peruano porque o bien «significa alianza con una inexistente burguesía revolucionaria y antiimperialista» o bien...

...se trata de la resolución de los problemas democráticos de la revolución socialista, vale decir, la expropiación de las propiedades imperialistas, la abolición de las deudas nacionales, provinciales y municipales, la propiedad nacional de la tierra, para entregarla a los chacareros en posesión para su cultivo, la abolición de las propiedades de la Iglesia, o sea, todos los problemas aun no solucionados por la revolución democrático-burguesa, [y] esto no es una revolución agraria antiimperialista.

Porque el proletariado erigido en poder no se detendrá en una etapa o gobierno intermedio sino que, después de resolver esos problemas, continuará hacia adelante, hacia la socialización de los medios de producción y de cambio, la colectivización de la tierra, etc. Esta revolución, solo puede hacerla el proletariado, conquistando o neutralizando, para sus propios fines, a las clases medias urbanas y rurales, no en alianza con la burguesía, sino contra ésta.

A esto es lo que los marxistas llamamos revolución socialista y a esa solución de la contradicción entre la etapa aun no definitivamente desenvuelta de la revolución democrático-burguesa y de la revolución socialista le damos un carácter de continuidad que formulamos, más concreta y claramente, como revolución permanente, con acuerdo a la definición de Marx. Ese es el proceso de la Revolución de Octubre. Esta es la solución de Marx y de Lenin. La otra es la de Stalin y los apristas, o lo que es lo mismo, la reedición del Kuomintang, la alianza de todas las clases, la liberación nacional.

«¿Adónde va la Argentina? ¿Frente Popular o lucha por el Socialismo?» Antonio Gallo, 1935

No solo es imposible ya un desarrollo independiente del capital nacional, es que en términos humanos genéricos, aunque exista crecimiento en periodos más o menos largos, no hay desarrollo social auténtico. El sistema dejó hace mucho ya de ser progresivo como un todo y con él su forma política más características: la nación misma. A partir de entonces:

Los revolucionarios deben despojarse de todo atributo nacional, sacudirse como una basura las taras del patriotismo, a fin de hallarse en condiciones de organizar la rebeldía de los asalariados doquiera sea, cualquier uniforme los aliste.

G. Munis

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