Dictadura

Dictadura

Imperio de un interés particular sobre la totalidad del aparato político y a través suya sobre el conjunto social.

Toda clase dominante ejerce su dictadura a través del estado

Todas las sociedades de clase se han organizado políticamente como dictaduras del interés de su clase dominante, con independencia de la forma concreta de su organización política. La democracia griega no dejaba de ser una dictadura de la clase esclavista sobre el conjunto social, igual que lo era el gobierno aristocrático de sus rivales. Son en realidad formas de gobierno de la misma dictadura, todas pensadas para defender, de distintas maneras y en distintos contextos, un mismo interés de clase e imponerlo como objetivo de toda la sociedad.

Por eso, en cualquier dictadura de clase, afirmar un interés opuesto nunca parecerá sensato y, a veces, ni siquiera legítimo. En cambio parecerá lo más «sensato» la preponderancia del interés de la clase explotadora sobre las necesidades universales de la especie, no hablemos ya sobre de los de la clase trabajadora de esa sociedad.

Lo vemos todos los días. El sindicalista que nos dice que no se puede reivindicar «lo que las cuentas de la empresa no pueden sostener sin pérdidas», o el político que nos dice que los tratamientos médicos o las pensiones deben supeditarse al «objetivo de déficit», están diciendo en realidad que las necesidades humanas genéricas, universales, más básicas -el bienestar, la salud, etc.- solo pueden satisfacerse una vez lo haya hecho la necesidad del capital: acumular ganancias en cada ciclo para no devaluarse.

Cuando un ecologista defiende que debemos acostumbrarnos a vivir con menos, está diciendo también lo mismo. Está dando por hecho que el capital no puede devaluarse ni siquiera para reducir sus prácticas más destructivas. Y desde esa perspectiva, la de la sostenibilidad del capital, la única forma de reducir el impacto ecológico, es reducir nuestro consumo, forma social que bajo el capitalismo toma el acceso a cuanto necesitamos para satisfacer nuestras necesidades.

Y es que el capitalismo, bajo cualquiera de sus formas políticas -desde la sus formas liberales originales al capitalismo de estado stalinista- ha sido y será mientras exista, una dictadura de la burguesía en y desde el estado centrada en asegurar la acumulación del capital).

La dictadura del proletariado

El paso de la dictadura de la burguesía a la dictadura del proletariado, significaría que por primera vez, la clase explotada, la más numerosa de la sociedad, ejercería su dictadura. Una dictadura que por su propia naturaleza no tendría formas y contenidos radicalmente distintos. El proletariado es la clase universal, el interés que defiende y el principio rector que le mueve es el de las necesidades humanas genéricas, universales.

Esto, desde sus primeras experiencias revolucionarias, la Comuna de París de 1871, ha condicionado su relación con el estado. Para empezar, no puede simplemente apropiarse de un aparato pensado para la opresión y el reforzamiento de la explotación, tiene que destruirlos y levantar sus propias formas.

Pero la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal como está, y a servirse de ella para sus propios fines. [...]

La variedad de interpretaciones a que ha sido sometida la Comuna y la variedad de intereses que la han interpretado a su favor, demuestran que era una forma política perfectamente flexible, a diferencia de las formas anteriores de gobierno que habían sido todas fundamentalmente represivas. He aquí su verdadero secreto: la Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta que permitía realizar la emancipación económica del trabajo.

Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia, 1871.

Sus fines en realidad no son otros que la reordenación de la producción y la sociedad entera sobre el criterio de la necesidad humana, es decir, la dictadura del proletariado es la fase de transición entre lo que las luchas de los trabajadores plantean implícitamente (en sí) y la realización consciente y universal de esa lógica: el comunismo.

La Comuna primero y el soviet después, no son más que las formas en las que esta dictadura se impone desde la base de la producción a los diferentes aspectos de la vida social. Y a diferencia de la dictadura de una clase explotadora, tanto más represiva cuanto más democrática quiera aparentar ser, la dictadura del proletariado se muestra sin ambages mientras lleva a las más amplias capas de los trabajadores y la sociedad a tomar directamente en sus manos la organización y transformación de la producción y las relaciones sociales todas.

Organizaremos la gran producción nosotros mismos, los obreros, partiendo de lo que ha sido creado ya por el capitalismo, basándonos en nuestra propia experiencia obrera, estableciendo una disciplina rigurosísima, férrea, mantenida por el Poder estatal de los obreros armados;

reduciremos a los funcionarios del Estado a ser simples ejecutores de nuestras directivas, «inspectores y contables» responsables, amovibles y modestamente retribuidos (en unión, naturalmente, de técnicos de todas clases, de todos los tipos y grados):

he ahí nuestra tarea proletaria, he ahí por dónde se puede y se debe empezar al llevar a cabo la revolución proletaria.

Este comienzo, sobre la base de la gran producción, conduce por sí mismo a la «extinción» gradual de toda burocracia, a la creación gradual de un orden -orden sin comillas, orden que no se parecerá en nada a la esclavitud asalariada-, de un orden en que las funciones de inspección y de contabilidad, cada vez más simplificadas, se ejecutarán por todos siguiendo un turno, acabarán por convertirse en costumbre, y, por fin, desaparecerán como funciones especiales de una capa especial de la sociedad.

«El estado y la Revolución». Lenin, 1918

Dictadura del proletariado y Revolución social

El objetivo principal de la dictadura de la clase trabajadora no es otro, y desde el primer momento, que la destrucción de la relación capital-trabajo, el trabajo asalariado, institución fundamental y definitoria del capitalismo. Por eso todas las revoluciones proletarias que vienen serán revoluciones sociales desde el día uno.

La revolución será una revolución social en el mismo lugar en el que surja y no simplemente política (toma del poder por el proletariado). Un estado obrero, subrayémoslo, no se puede mantener en ningún caso si no estalla la revolución internacional, por lo que el socialismo no se puede establecer en un solo país.

Añadamos a esto que la supresión de las relaciones capitalistas no es de ninguna manera equivalente al socialismo (¡ni al comunismo!!) sino sólo -y en todo ésto damos por hecho que se trata de una destrucción llevada a cabo por la propia clase trabajadora- un paso hacia el socialismo.

Pero este paso, afirmamos, debe ser dado lo más rápidamente posible por el ataque inmediato y la supresión del trabajo asalariado incluso antes de que el proletariado tome el poder a nivel casi global. Sin esto, por muy proletario que sea el poder, se convertirá en lo contrario, ya que la devastación de la revolución no es un corte claro e inmediatamente perceptible.

Carta a la Tercera Conferencia Internacional de grupos de la «Izquierda Comunista», FOR, 1980

Es decir, el movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual, el movimiento del proletariado como clase, no es el de un motor de dos tiempos, no conoce una ruptura mecánica entre lo político y lo social. Es un movimiento contra el trabajo asalariado en todas sus fases y momentos. Y cuando alcanza la forma de revolución política, siquiera a una escala local, no puede sino emprenderla contra su objetivo principal.

Aun cuando no se produzca más que en un único distrito industrial, una revolución social se sitúa en el punto de vista de la totalidad porque es una protesta del hombre contra la vida deshumanizada, porque parte del punto de vista de cada individuo real, porque el ser colectivo del que el individuo se esfuerza en no permanecer separado es el verdadero ser colectivo del hombre, el ser humano.

Por el contrario el espíritu político de una revolución consiste en la tendencia de las clases sin poder político a suprimir su aislamiento respecto del ser del Estado y del poder. Su punto de vista es el del Estado, una totalidad abstracta que tan sólo existe por la separación de la vida real, que sería impensable sin la contradicción organizada entre la idea general y la existencia individual del hombre.

De acuerdo con su naturaleza limitada y ambigua, una revolución con espíritu político crea pues una esfera dominante en la sociedad a expensas de la propia sociedad... Toda revolución disuelve la antigua sociedad: en este sentido es social. Toda revolución derroca el antiguo poder: en este sentido es política.

Marx en El rey de Prusia y la reforma social por un prusiano

La dictadura del proletariado es lo opuesto a la dictadura stalinista

El stalinismo, expresión de la contrarrevolución capitalista de estado en Rusia puede surgir y afirmarse porque los organismos de la dictadura de clase, los soviets están ya muy debilitados por la guerra civil y por la NEP, la política de construir un capitalismo de estado bajo vigilancia de los soviets como forma desesperada de intentar mantener las bases de la dictadura durante el estancamiento de la primera oleada de la Revolución mundial en los años veinte. La Revolución rusa, una Revolución permanente, corta así en seco el ataque a las relaciones capitalistas de producción que era la guía de su fase socialista. La burocracia, que está al mando de la reconstrucción del capital nacional, reimplantará paulatinamente su dictadura.

Para 1936, los soviets, ya completamente supeditados a la nueva clase gestora por mil procedimientos y a través de una represión brutal, serán sustituidos legalmente en la nueva Constitución del estado por órganos formados exclusivamente por burócratas. Por razones políticas obvias, los nuevos órganos a través de los que el estado controla a los trabajadores mantienen el nombre de aquellos en los que los trabajadores ejercían su dictadura. Pero bastaba mirar cualquiera de sus expresiones o prácticas más básicas para descubrir que no eran son órganos de la dictadura del proletariado, sino de una dictadura sobre el proletariado.

Dictadura del proletariado, [es, en su] acepción truhanesca, [un] Despotismo policíaco, militarista y burocrático, enderezado contra la revolución proletaria en el interior y en el extranjero. Estado-partido del capital supremamente centralizado en que el poder es ejercicio, sin control ni responsabilidad, por un puñado de dirigentes todoterroristas y todopoderosos. Históricamente, su origen es la destrucción de la revolución de 1917 y el exterminio de sus protagonistas. Es una dictadura sobre el proletariado.

[En su] Acepción Revolucionaria, [en cambio, es el] Gobierno del proletariado basado en su propio armamento, previo desmantelamiento de los cuerpos represivos capitalistas, en la gestión obrera de la economía, y de la distribución del producto social del trabajo. Realiza así la supresión del trabajo asalariado, y como resultado de ella la desaparición de las clases y del Estado.

Es, por tanto, la más completa democracia, no ya en derecho, sino de hecho. Con la dictadura del proletariado empezará a regir el primero y más importante de los Derechos del Hombre: el derecho de vivir y realizarse cada persona sin tener que vender su capacidad de trabajo y creación, ni que comprar o vender los productos de una y otra. Segundo derecho a garantizar, el derecho de insurrección contra toda tentativa de vuelta atrás. Por medio del proletariado la humanidad entra en posesión de sí misma, iniciándose una civilización enteramente nueva.

«Léxico de la truhanería política contemporánea, comparado con el léxico revolucionario», 1970

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