Capital

Capital

El capital es un derecho de explotación acumulable que garantiza a su poseedor la utilización de una cierta cantidad de recursos sociales y horas de trabajo. Su sistema de circulación y acumulación asegura a aquellas aplicaciones que más aporten al incremento de trabajo impago global disponer de una proporción mayor de recursos y trabajo a explotar en cada ciclo.

El derecho a disponer de trabajo impago

El capital, por tanto, no es sólo la posibilidad de disponer de trabajo, como dice Adam Smith. Es, en esencia, la posibilidad de disponer de trabajo impago. Todo plusvalor, cualquiera que sea la figura particular —ganancia, interés, renta, etc.— en que posteriormente cristalice, es con arreglo a su sustancia la concreción material de tiempo de trabajo impago. El misterio de la autovalorización del capital se resuelve en el hecho de que éste puede disponer de una cantidad determinada de trabajo ajeno impago.

Carlos Marx. El Capital, libro I, capítulo XVI, 1866

Como dinero y como mercancía

El capital es pues ante todo, una institución social, un conjunto de relaciones sociales y «derechos» garantizados a sus poseedores. Por eso, a lo largo de su proceso de acumulación toma forma de dinero y de mercancía alternativamente. Puede ser el dinero con el que se compran las mercancías necesarias para el proceso de producción, incluida la fuerza de trabajo o la máquina y las herramientas, materiales o inmateriales, que se utilizan en éste.

Si fijamos las formas particulares de manifestación adoptadas alternativamente en su ciclo vital por el valor que se valoriza, llegaremos a las siguientes afirmaciones: el capital es dinero, el capital es mercancía. Pero, en realidad, el valor se convierte aquí en el sujeto de un proceso en el cual, cambiando continuamente las formas de dinero y mercancía, modifica su propia magnitud, en cuanto plusvalor se desprende de sí mismo como valor originario, se autovaloriza. El movimiento en el que agrega plusvalor es, en efecto, su propio movimiento, y su valorización, por tanto, autovalorización. Ha obtenido la cualidad oculta de agregar valor porque es valor. Pare crías vivientes, o, cuando menos, pone huevos de oro.

Carlos Marx. «El Capital», libro I, capítulo IV, 1856

Fijo y variable

El capital utilizado en la producción puede descomponerse en dos partes, tanto en el proceso de producción como en el de creación del valor. Si en el proceso de producción tenemos un componente objetivo (máquinas, suelo, dinero...) y otro subjetivo, inseparable de personas de carne y hueso (la fuerza de trabajo), en el proceso de valorización estos componentes se convierten en «capital constante» (o «fijo») y «capital variable».

El primero es la parte que se convierte en objetos útiles para la producción, el segundo el que se convierte en fuerza de trabajo, trabajo vivo generador de valor.

La parte del capital, pues, que se transforma en medios de producción, esto es, en materia prima, materiales auxiliares y medios de trabajo, no modifica su magnitud de valor en el proceso de producción. Por eso la denomino parte constante del capital o, con más concisión, capital constante.

Por el contrario, la parte del capital convertida en fuerza de trabajo cambia su valor en el proceso de producción. Reproduce su propio equivalente y un excedente por encima del mismo, el plusvalor, que a su vez puede variar, ser mayor o menor. Esta parte del capital se convierte continuamente de magnitud constante en variable. Por eso la denomino parte variable del capital, o, con más brevedad, capital variable. Los mismos componentes del capital que desde el punto de vista del proceso de trabajo se distinguían como factores objetivos y subjetivos, como medios de producción y fuerza de trabajo, se diferencian desde el punto de vista del proceso de valorización como capital constante y capital variable.

Carlos Marx. «El Capital», libro I, capítulo VI

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