Defensismo

Defensismo

Invocación al «derecho a la defensa nacional» para apoyar el reclutamiento y matanza de trabajadores en la defensa de un estado nacional -o aspirante a serlo- frente a otro.

Contexto histórico del defensismo

La guerra de 1914, la primera guerra imperialista mundial, marca un punto de no retorno en el desarrollo del imperialismo y la entrada del sistema en su decadencia histórica.

Cada capital nacional vende la guerra como la solución última a las tareas pendientes de la revolución burguesa del siglo anterior. Alemania toma la bandera de acabar con el zarismo, último bastión de la reacción feudal en Europa, Francia y Gran Bretaña dicen representar la democracia frente al bárbaro sistema prusiano y junto con los EE.UU. defenderán el derecho a la autodeterminación como herramienta para la liberación nacional en Europa central y el Este. Sin pudor alguno la guerra es etiquetada como la guerra para acabar con todas las guerras.

Pero la realidad es que la gigantesca organización de la producción capitalista se ha convertido en una máquina de aniquilación. Millones de trabajadores mueren en masa en los campos de Europa en una guerra organizada al modo taylorista, a golpe de planes de batalla y cronómetro. El discurso defensista, la invocación del derecho a la defensa nacional frente a una invasión extranjera es el último argumento imperialista: cada burguesía defendiéndose de sus vecinas no es otra cosa que una matanza total.

Las principales figuras de la II Internacional y la dirección de sus partidos y sindicatos, convertirán el defensismo, una vez empezada la guerra, en una forma de alentar a los trabajadores a seguir sacrificándose en masa y matándose entre ellos hasta que se alcanzara «una paz democrática sin anexiones ni indemnizaciones».

Crítica marxista del defensismo por Rosa Luxemburgo y Lenin

Inevitablemente, la invocación del «derecho a la defensa nacional» irá de la mano de toda una hojarasca reivindicando un «Derecho Internacional» inexistente e infinitas discusiones sobre quién es el «agresor» o el «culpable». Pero...

Independientemente de cuál sea la verdad acerca de la responsabilidad directa del estallido de la guerra, una cosa es cierta: la guerra que ha producido este caos es el resultado del imperialismo, del intento por parte de las clases capitalistas de cada país de satisfacer su codicia de beneficios a través de la explotación del trabajo humano y de los recursos naturales del mundo entero.

Manifiesto de Zimmerwald contra la guerra. LD Trotski, 1915

O en palabras de Rosa Luxemburgo:

En la discusión acerca de las causas generales de la guerra y su significación, no se trata de resolver el problema del «culpable». Alemania ciertamente no tiene el menor derecho de hablar de una guerra de defensa, pero Francia e Inglaterra no tienen mayor justificación. Ellos tampoco protegen su existencia nacional, sino su existencia política mundial, sus viejas posesiones coloniales, de los ataques del advenedizo alemán.

Rosa Luxemburgo. La crisis de la socialdemocracia (Folleto Junius), 1916

El argumento de fondo de Rosa Luxemburgo es que el imperialismo es una etapa del capitalismo como un todo. Incluso cuando, durante algun tiempo, algunos países pudieran haber quedado relativamente al margen, la entrada en una etapa de guerras mundiales expresaría por si misma la imposibilidad de un desarrollo del capital nacional independiente de las condiciones del imperialismo durante la nueva fase de decadencia en la que se sumergía el sistema.

Si el término «nacional» permaneció, su contenido real y su función se han convertido en su contrario; actúa sólo como mísera tapadera de las aspiraciones imperialistas y como grito de batalla de sus rivalidades, como único y último medio ideológico para lograr la adhesión de las masas populares y desempeñar su papel de carne de cañón en las guerras imperialistas.

Rosa Luxemburgo. La crisis de la socialdemocracia (Folleto Junius), 1916

Como insisitirá en otro folleto ese mismo año:

En esta era de imperialismo desatado ya no pueden haber guerras nacionales. Los intereses nacionales sirven únicamente como pretexto para poner a las masas populares al servicio de su enemigo mortal: el imperialismo.

Rosa Luxemburgo. Las tareas de la socialdemocracia, 1916

Lo mismo que hace de la superación del capitalismo una necesidad inmediata, la entrada del capitalismo en decadencia, convierte en reaccionario crear nuevos estados nacionales o defender de una manera u otra a los existentes. Solo el derrotismo revolucionario representa ya los intereses de los trabajadores en los conflictos inter-burgueses.

El resultado de la gran guerra es que a las clases capitalistas les es imposible salir de sus dificultades mientras sigan en el poder. Comprendemos ahora la verdad que encerraba la frase que formularon por primera vez Marx y Engels como base científica del socialismo, en la gran carta de nuestro movimiento, el Manifiesto Comunista. El socialismo, dijeron, se volverá una necesidad histórica.

Discurso en el Congreso fundacional del Partido Comunista en Alemania. Rosa Luxemburgo, 1919

Derrotismo revolucionario no significa otra cosa que conversión de la guerra imperialista en guerra civil entre clases.

Para embaucar al proletariado y distraer su atención de la única guerra verdaderamente emancipadora, es decir, de la guerra civil contra la burguesía, tanto de su «propio» país como de los «ajenos», la burguesía de cada país se esfuerza, con frases mendaces acerca del patriotismo, por enaltecer el significado de «su» guerra nacional y por asegurar que aspira a vencer al adversario no en aras del saqueo y las conquistas territoriales, sino en aras de la «emancipación» de todos los demás pueblos, salvo el suyo propio.(…)

La transformación de la actual guerra imperialista en guerra civil es la única consigna proletaria justa, indicada por la experiencia de la Comuna, señalada por la resolución de Basilea (1912) y derivada de todas las condiciones de la guerra imperialista entre los países burgueses altamente desarrollados. Por muy grandes que parezcan las dificultades de semejante transformación en uno u otro momento los socialistas jamás renunciarán a efectuar un trabajo preparatorio sistemático, perseverante y continuo en esta dirección, ya que la guerra es un hecho.

Solo siguiendo esta vía podrá librarse el proletariado de su dependencia de la burguesía chovinista y dar, en una u otra forma y con mayor o menor rapidez, los pasos decisivos hacia la verdadera libertad de los pueblos y hacia el socialismo.

«La guerra y la socialdemocracia de Rusia». Lenin, 1914

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