Subsunción formal y real del trabajo en el capital
Fases a traves de las cuales el capital pasa primero a dirigir y luego a transformar el proceso de trabajo al absorber una estructura productiva pre-capitalista, pasando de centrar su crecimiento en el aumento de la plusvalía absoluta a hacerlo en el crecimiento de la plusvalía relativa, revolucionando para ello los procesos de trabajo y los medios de producción.
Subsunción formal del trabajo en el capital
Cuando el capital absorbe una producción pre-existente, característica de un modo de producción anterior y bajo relaciones caracteríticas, en un primer momento simplemente supedita, lo subsume, colocándose en el medio entre lo que es un proceso productivo básicamente intacto y el mercado en el que el capital realiza la plusvalía para poder acumularse. Esta supeditación, esta subsunción, es todavía, «formal».
El proceso de trabajo se convierte en el instrumento del proceso de valorización, del proceso de la autovalorización del capital: de la creación de plusvalía. El proceso de trabajo se subsume en el capital (es su propio proceso) y el capitalista se ubica en él como dirigente, conductor; para éste es al mismo tiempo, de manera directa, un proceso de explotación de trabajo ajeno. Es esto a lo que denomino subsunción formal del trabajo en el capital. Es la forma general de todo proceso capitalista de producción, pero es a la vez una forma particular respecto al modo de producción específicamente capitalista, desarrollado, ya que la última incluye la primera, pero la primera no incluye necesariamente la segunda.
El proceso de producción se ha convertido en el proceso del capital mismo, un proceso que se desenvuelve con los factores del proceso laboral en los cuales se ha transformado el dinero del capitalista y que se efectúa, bajo la dirección de este, con el fin de obtener del dinero más dinero.
Cuando el campesino antaño independiente y que producía para sí mismo se vuelve un jornalero que trabaja para un agricultor; cuando la estructuración jerárquica característica del modo de producción corporativo se eclipsa ante la simple antítesis de un capitalista que hace trabajar para sí a los artesanos convertidos en asalariados; cuando el esclavista de otrora emplea como asalariados a sus ex-esclavos, etc., tenemos que procesos de producción determinados socialmente de otro modo se han transformado en el proceso de producción del capital. [...]
El campesino ayer independiente cae, como factor del proceso productivo, bajo la sujeción del capitalista que lo dirige, y su ocupación misma depende de un contrato que como poseedor de mercancía (poseedor de fuerza de trabajo) ha estipulado previamente con el capitalista como poseedor de dinero. El esclavo deja de ser un instrumento de producción perteneciente a su empleador. La relación entre maestro y oficial desaparece. El maestro, que antes se distinguía del oficial por su conocimiento del oficio, se le enfrenta ahora tan sólo como poseedor de capital, así como el otro se le contrapone puramente como vendedor de trabajo.
Con anterioridad al proceso de producción todos ellos se enfrentaban como poseedores de mercancías y mantenían entre sí únicamente una relación monetaria; dentro del proceso de producción se hacen frente como agentes personificados de los factores que intervienen en ese proceso: el capitalista como «capital», el productor directo como «trabajo», y su relación está determinada por el trabajo como simple factor del capital que se autovaloriza.
El capitalista vela además para que el trabajo alcance el grado normal de calidad e intensidad, y prolonga lo más posible el proceso laboral a efectos de que se acreciente la plusvalía producida por el mismo. La continuidad del trabajo aumenta cuando en lugar de los viejos productores, dependientes de clientes particulares, los nuevos productores, que ya no tienen mercancías para vender, adquieren en el capitalista un pagador permanente.
Hace su aparición asimismo la mistificación inherente a la relación capitalista. La facultad que el trabajo tiene de conservar el valor se presenta como facultad de autoconservación del capital; la facultad del trabajo de generar valor, como facultad de autovalorización del capital, y en conjunto, y por definición, el trabajo objetivado aparece como si utilizara al trabajo vivo.
Pese a todo ello, con ese cambio (change) no se ha efectuado a priori una mudanza esencial en la forma y manera real del proceso de trabajo, del proceso real de producción. Por el contrario, está en la naturaleza del caso que la subsunción del proceso laboral en el capital se opere sobre la base de un proceso laboral preexistente, anterior a esta subsunción suya en el capital y configurado sobre la base de diversos procesos de producción anteriores y de otras condiciones de producción; el capital subsume determinado proceso laboral existente, como por ejemplo el trabajo artesanal o el tipo de agricultura correspondiente a la pequeña economía campesina autónoma. [...]
Que el trabajo se haga más intenso o que se prolongue la duración del proceso laboral; que el trabajo se vuelva más continuo y, bajo la mirada interesada del capitalista, más ordenado, etc., no altera en sí y para sí el carácter del proceso real de trabajo, del modo real de trabajo.
Surge en esto, pues, un gran contraste con el modo de producción específicamente capitalista (trabajo en gran escala, etc.), que, como hemos indicado, se desarrolla en el curso de la producción capitalista y revoluciona no sólo las relaciones entre los diversos agentes de la producción, sino simultáneamente la índole de ese trabajo y la modalidad real del proceso laboral en su conjunto.
Es por oposición a esta última (a una modalidad laboral desarrollada ya antes de que surgiera la relación capitalista), que a la subsunción del proceso laboral en el capital, hasta aquí considerada, la denominamos subsunción formal del trabajo en el capital. La relación capitalista como relación coercitiva que apunta a arrancar más plustrabajo mediante la prolongación del tiempo de trabajo -una relación coercitiva que no se funda en relaciones personales de dominación y de dependencia, sino que brota simplemente de diversas funciones económicas- es común a ambas modalidades, pero el modo de producción específicamente capitalista conoce empero otras maneras de expoliar la plusvalía. Por el contrario, sobre la base de un modo de trabajo preexistente; o sea de un desarrollo dado de la fuerza productiva del trabajo y de la modalidad laboral correspondiente a esa fuerza productiva, sólo se puede producir plusvalía recurriendo a la prolongación del tiempo de trabajo, es decir bajo la forma de la plusvalía absoluta. A esta modalidad, como forma única de producir la plusvalía, corresponde pues la subsunción formal del trabajo en el capital.
«Capítulo VI (inédito) del libro I de El Capital», Carlos Marx, 1867
Es decir, con la subsunción formal del proceso de trabajo por el capital, el campesino, el artesano, se proletarizan, pero la forma en la que trabajan y se enfrentan al capital no es todavía la del proletariado. El capital aun no ha transformado la organización del trabajo y los incrementos de su rentabilidad se producen exclusivamente aumentando la plusvalía absoluta. Es decir, el capitalismo para los primeros jornaleros y obreros-artesanos sometidos al capital, se presenta como un agravamiento de su situación, no como una situación nueva. Esto explica el nacimiento, que ha dejado profundas cicatrices, de movimientos como el lassalleanismo o el sindicalismo de oficio en la Alemania de la primera industrialización o en EEUU.
Representaba el lassallianismo a los últimos estratos artesanos en decantación entre la pequeña burguesía y el proletariado, entre la conversión del privilegio feudal del trabajador cualificado en pequeño burgués «independiente» y su proletarización como obrero en descualificación dentro de una cadena cuyo objetivo es reproducir el dinero en capital a través de la plusvalía.
Expresaba así aspiraciones ambiguas, cuando no abiertamente reaccionarias, como que el estado burgués tomara «medidas socialistas» creando cooperativas o entregándole la educación infantil, ideas que los marxistas en el partido alemán, tendrán que enfrentar desde el momento de la fusión y aun durante largo tiempo, como puede verse en la «Crítica del programa de Gotha» por Marx y la del programa de Erfurt por Engels.
Trasplantado a las condiciones del Sur de EEUU, ese apego a la distinción feudal e identitaria del artesano, esa aspiración desvaída a pequeña burguesía democrática, se convirtieron en racismo y defensa a toda costa de la pequeña propiedad mano a mano con el estado. La dirección lassalliana llegó a afirmar que colaboraría con las autoridades estatales para evitar daños a la propiedad. En lugar de ayudar en la fuerza y la organización disciplinada de los trabajadores, los lassallianos acabaron dividiendo y paralizando a los trabajadores para sostener el brazo de la legalidad y el estado.
«El nacimiento del socialismo en EEUU*
Subsunción real
Será sin embargo la búsqueda de un incremento de la explotación en términos relativos, de la plusvalía relativa, lo que de forma a una organización de la producción específicamente capitalista. Esta transformación radical del lugar y organización de los trabajadores en el proceso productivo será característica del capitalismo ascencente y serán las que den forma al proletariado como clase universal.
Hemos expuesto pormenorizadamente cómo con la producción de la plusvalía relativa (para el capitalista individual, en la medida en que toma la iniciativa acicateado por la circunstancia de que el valor = al tiempo de trabajo socialmente necesario que se ha objetivado en el producto; estimulado por el hecho de que consiguientemente el valor individual de su producto está por debajo de su valor social y de que, por ende, se le puede vender por encima de su valor individual) se modifica toda la forma real del modo de producción y surge (incluso desde el punto de vista tecnológico) un modo de producción específicamente capitalista, sobre cuya base y al mismo tiempo que él se desarrollan las relaciones de producción -correspondientes al proceso productivo capitalista- entre los diversos agentes de la producción y en particular entre el capitalista y los asalariados.
Las fuerzas productivas sociales del trabajo, o las fuerzas productivas del trabajo directamente social, socializado (colectivizado) merced a la cooperación, a la división del trabajo dentro del taller, a la aplicación de la maquinaria y en general a la transformación del proceso productivo en aplicación consciente de las ciencias naturales, mecánica, química, etc., y de la tecnología, etc., con determinados objetivos, así como los trabajos en gran escala correspondientes a todo esto (sólo ese trabajo socializado está en condiciones de emplear en el proceso directo de producción los productos generales del desarrollo humano, como la matemática, etc., así como, por otra parte, el desarrollo de esas ciencias presupone determinado nivel del proceso material de producción); este desarrollo de la fuerza productiva del trabajo objetivado, por oposición a la actividad laboral más o menos aislada de los individuos dispersos, etc., y con él la aplicación de la ciencia -ese producto general del desarrollo social- al proceso inmediato de producción: todo ello se presenta como fuerza productiva del capital, no como fuerza productiva del trabajo, o sólo como fuerza productiva del trabajo en cuanto éste es idéntico al capital, y en todo caso no como fuerza productiva ni del obrero individual ni de los obreros combinados en el proceso de producción. La mistificación implícita en la relación capitalista en general, se desarrolla ahora mucho más de lo que se había y se hubiera podido desarrollar en el caso de la subsunción puramente formal del trabajo en el capital. Por lo demás, es aquí donde el significado histórico de la producción capitalista surge por primera vez de manera palmaria (de manera específica), precisamente mereced a la transformación del proceso inmediato de producción y al desarrollo de las fuerzas productivas sociales del trabajo.
Hemos demostrado que no sólo «conceptual» sino «efectivamente», lo «social», etc., de su trabajo se enfrenta al obrero no sólo como algo ajeno, sino hostil y antagónico, y como algo objetivado y personificado en el capital.
Del mismo modo que se puede considerar la producción de la plusvalía absoluta como expresión material de la subsunción formal del trabajo en el capital, la producción de la plusvalía relativa puede estimarse como la de la subsunción real del trabajo en el capital.
Sea como fuere, las dos formas de la plusvalía, la absoluta y la relativa- si se les quiere considerar a cada una para sí, como existencias separadas (y la plusvalía absoluta precede siempre a la relativa)- corresponden a dos formas separadas de la subsunción del trabajo en el capital, o dos formas de la producción capitalista separadas, de las cuales la primera es siempre precursora de la segunda, aunque la más desarrollada, la segunda, puede constituir a su vez la base para la introducción de la primera en nuevas ramas de la producción.
«Capítulo VI (inédito) del libro I de El Capital», Carlos Marx, 1867
Es interesante señalar como la preponderancia de la plusvalía absoluta, que vuelve temporalmente durante las breves crisis del capitalismo ascendente, recobra protagonismo a lo largo de la decandencia hasta manifestarse como una tendencia permanente y generalizada a la precarización y la pauperización.
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