Socialismo

Socialismo

Fase de transición entre la toma del poder por el proletariado y la desmercantilización total de la producción. En ella la economía, gestionada colectivamente por los propios trabajadores, se orienta hacia la desmercantilización, la producción directa en función de las necesidades y el incremento de la productividad de los factores, en especial del trabajo. Mide su éxito por la reducción de la jornada de trabajo, el aumento del consumo de la clase trabajadora y la transformación radical de la cultura característica de una sociedad que ha retomado el desarrollo.

El socialismo como liberación de fuerzas productivas constreñidas bajo el capitalismo decadente

El capitalismo ha generado una increíble cantidad de fuerzas productivas que apenas puede contener ya en su seno. A través del mercado mundial ha creado las condiciones para un metabolismo económico global; a través del desarrollo de las comunicaciones, la cibernética y la robótica ha creado un esbozo -deformado como todo cuanto hace- de la aplicación directa de la ciencia a la producción, del conocimiento social convertido directamente en trabajador social (por ejemplo cuando un proceso productivo entero es dirigido y controlado por una Inteligencia Artificial que «aprende» de las iteraciones del mismo proceso).

Son órganos del cerebro humano creados por la mano humana; fuerza objetivada del conocimiento. El desarrollo del capital revela hasta qué punto el conocimiento social general se ha convertido en fuerza productiva inmediata, y, por lo tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del intelecto general y remodeladas conforme al mismo. Hasta qué punto las fuerzas productivas sociales son producidas no sólo en la forma del conocimiento, sino como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso vital real.

Carlos Marx. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse), 1857-1858

Al hacerlo, abre la posibilidad material de una sociedad que deje atrás el «trabajo forzado por la necesidad», acabe con la esclavitud asalariada y con la mercantilización. Pero esa posibilidad material se convierte en imposibilidad social y «económica» en un sistema cuyo objetivo es la producción de plusvalía a través de mercancías.

El capitalismo por un lado despierta a la vida todos los poderes de la Ciencia y de la Naturaleza, así como de la cooperación y del intercambio sociales, para hacer que la creación de la riqueza sea (relativamente) independiente del tiempo de trabajo empleado en ella. Por el otro lado se propone medir con el tiempo de trabajo esas gigantescas fuerzas sociales así creadas y reducirlas a los límites requeridos para que el valor ya creado se conserve como valor.

Las fuerzas productivas y las relaciones sociales -unas y otras aspectos diversos del desarrollo del individuo social- se le aparecen al capital únicamente como medios, y no son para él más que medios para producir fundándose en su mezquina base. Pero de hecho, constituyen las condiciones materiales para hacer saltar a esa base por los aires. Como dice Charles Wentworth Dilke «una nación es verdaderamente rica cuando en vez de 12 horas se trabajan 6. Riqueza no es disposición de tiempo de plustrabajo, «sino tiempo disponible, aparte del usado en la producción inmediata, para cada individuo y toda la sociedad».

Carlos Marx. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse), 1857-1858

Objetivos de la economía bajo el socialismo

El camino hacia el comunismo pasa por «apropiarse» progresivamente de los incrementos de productividad, hasta reducir el trabajo «forzado por la necesidad» a cero.

El tiempo de trabajo necesario se alineará por una parte con las necesidades del individuo social, mientras que por otro lado asistiremos a un crecimiento tal de las fuerzas productivas que el ocio aumentará para cada uno, mientras la producción será calculada en función de la riqueza de todos. Y por ser la verdadera riqueza, la plena potencia productiva de todos los individuos, el patrón de medida será entonces no el tiempo de trabajo sino el tiempo disponible

Carlos Marx. El Capital, 1857

Organización de la economía bajo el socialismo

Bajo el socialismo, esto es, en una economía de transición el aparato productivo está gestionado por el conjunto de los trabajadores al modo de una una gigantesca federación cooperativa que, conjuntamente, planifica los grandes lineamientos de la producción para subvertir conscientemente el significado de las reservas supeditándolas a las necesidades de ampliación del consumo y la reducción del tiempo de trabajo necesario para hacerlo posible, es decir a la estrategia de, simultáneamente, aumentar la productividad del trabajo -y, secundariamente, de los recursos naturales- y reducir el trabajo «esclavo de la necesidad», es decir, el trabajo asalariado.

En su obra principal, Marx ha dado e interpretado la fórmula de la reproducción capitalista: c + v + pl, donde c designa el capital constante o instrumentos de trabajo, v el capital variable, los salarios o medios de subsistencia para los trabajadores, y pl la plusvalía o valor añadido en el proceso del trabajo, parte de la cual es consumida por los capitalistas y la otra invertida (capitalizada) para el crecimiento ulterior de la producción. Este último pasa pues, obligatoriamente, por la acumulación ampliada del capital.

En la sociedad burguesa, c no aumenta sino en la medida en que los capitalistas realizan la plusvalía vendiendo las mercancías en que está contenida. Y en los últimos tiempos, para facilitar la venta a mejores precios, recurren a la destrucción pura y simple de una parte de la producción. Por su parte, v aumenta sólo en cierta proporción de c.

Por el contrario, en una economía planificada (sobreentendido: no capitalista), el aumento de c depende sólo, exclusivamente, de las necesidades de v, que abarca la totalidad de la población, y de la magnitud de pl. Esa vuelta del revés suprime las relaciones de producción capitalistas. c deja de ser capital, v no es ya el precio de la fuerza de trabajo que reduce la mayoría de la población a un consumo exiguo, y a su vez pl aparece bajo forma de bienes recién creados, listos para un consumo mayor individual y colectivo. Ha dejado de haber beneficios, es decir, trabajo ajeno apropiado por los burgueses, por los funcionarios o por instituciones.

La reproducción ampliada deberá ser pues prevista como respuesta a las exigencias directas del conjunto humano que integra la sociedad; ha dejado de ser acumulación de capital. En otros términos, durante el período de transición la extensión del consumo en sus múltiples órdenes preside a la acumulación ampliada (el antiguo capital constante) y la determina.

G.Munis. Partido-Estado, stalinismo, revolución, 1974

Cotidianidad bajo el socialismo

Políticamente el socialismo es una dictadura del proletariado como clase sobre una organización de la producción que todavía es mercantil. El poder político es ejercido por los trabajadores a través de sus propios órganos asamblearios y del control directo de la estructura cooperativa de producción.

En la cotidianidad, el socialismo es la batalla para reducir el coste en horas de trabajo de la producción de cada cosa, haciendo libre su consumo. Su historia será de la de la conquista de la gratuidad en más y más productos y servicios en paralelo a la reducción de la jornada de trabajo hasta que el conjunto de la producción pierda la condición no solo de mercancía sino de bien «escaso», momento en el que se habrá alcanzado el comunismo.

La supresión de la forma capitalista de producción permite restringir la jornada laboral al trabajo necesario. Este último, sin embargo, bajo condiciones en lo demás iguales, ampliaría su territorio. Por un lado, porque las condiciones de vida del obrero serían más holgadas, y mayores sus exigencias vitales. Por otro lado, porque una parte del plustrabajo actual se contaría como trabajo necesario, esto es, el trabajo que se requiere para constituir un fondo social de reserva y de acumulación.

Cuanto más se acrecienta la fuerza productiva del trabajo, tanto más puede reducirse la jornada laboral, y cuanto más se la reduce, tanto más puede aumentar la intensidad del trabajo. Socialmente considerada, la productividad del trabajo aumenta también con su economía. Ésta no sólo implica que se economicen los medios de producción, sino el evitar todo trabajo inútil. Mientras que el modo capitalista de producción impone la economización dentro de cada empresa individual, su anárquico sistema de competencia genera el despilfarro más desenfrenado de los medios de producción sociales y de las fuerzas de trabajo de la sociedad, creando además un sinnúmero de funciones actualmente indispensables, pero en sí y para sí superfluas.

Una vez dadas la intensidad y la fuerza productiva del trabajo, la parte necesaria de la jornada social de trabajo para la producción material será tanto más corta, y tanto más larga la parte de tiempo conquistada para la libre actividad intelectual y social de los individuos, cuanto más uniformemente se distribuya el trabajo entre todos los miembros aptos de la sociedad.

Carlos Marx. El Capital, 1866

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