Marxismo académico

Marxismo académico

Corriente académica que define el marxismo como un «método de análisis» que puede ser desarrollado al margen de la lucha de clases.

Bajo la etiqueta «marxismo académico» se agrupan en realidad una multitud de planteamientos y escuelas unidas por la idea de que el «marxismo académico» es que «el marxismo es un método» y que como tal puede ser «aplicado» o «desarrollado» en distintos contextos con independencia de sus fines y del contexto social en que la teoría sea desarrollada. Empezando por la propia universidad.

Crítica marxista del «marxismo académico»

El marxismo no es un método

Nada más lejos del marxismo que proponer un conjunto de pasos o una receta, aun menos una «máquina procedimental», un autómata, como «fórmula infalible» del análisis de la realidad. Ni siquiera puede entenderse como método en ese sentido el materialismo histórico que, en todo caso, sería más bien un marco, un conjunto de premisas de análisis de la realidad social para poder comprender el cambio histórico como transformación de los modos de producción, como totalidad.

Entre estas premisas están por cierto, dos hartamente infrecuentes en estas escuelas:

  • el materialismo: no es la historia de las «ideas» ni de las «ideologías» las que explican el cambio histórico sino las transformaciones en la base productiva, material de la sociedad;
  • y el viejo principio dialéctico de que en cualquier sistema, el todo determina las partes mientras que las partes o la agregación de las partes, no permiten explicar el todo.

El marxismo es una crítica (=demolición) de los fundamentos mismos de la academia

Buena parte de las obras de Marx se titulan o subtitulan con la palabra «crítica»: crítica de la Filosofía del Estado (Filosofía de la Historia, diríamos hoy), crítica de la Economía Política (Teoría económica), etc. Toda su obra es una «crítica» en realidad. Y es que Marx no se propone un «pensamiento crítico», sino la crítica del pensamiento. Y cuando dice crítica, en realidad hay que leer «demolición».

Porque su crítica del pensamiento comienza por colocar a éste como producto histórico, como una expresión de la realidad social material y de la lucha de clases que genera. Es decir, Marx convierte la crítica del pensamiento en crítica de la ideología y como tales trata a las distintas ciencias. Por eso, en la esencia de la crítica marxista del pensamiento está negar la autonomía de las ciencias definidas por la academia, ni hablemos ya de sus «métodos» particulares.

No hay metodología que pueda segregarse del marxismo, no hay una aplicación, un procedimiento, un método que destilar de la obra de Marx y de los revolucionarios que le siguieron, que pueda vivir al margen de la lucha de clases. Una vez más, la parte no puede tener existencia al margen del todo. El marxismo es un esfuerzo continuado que implica una demolición revolucionaria de la ideología, una iconoclastia contínua,

Marx y Engels -vale la pena recordar- eran irreprimibles iconoclastas, incluso en relación con ellos mismos, porque no existe otra manera de escapar de la compartimentalización del sistema cerrado. El primero respondió a quienes le hablaban de los marxistas de Europa continental: «No soy marxista». Así estableció tácitamente una definición a-dogmática del pensamiento revolucionario, que hoy en día es muy poco comprendida.

Engels, por otro lado, expresó cómo él y Marx se habían puesto a trabajar a pie de obra sobre una gran cantidad de materiales que necesitaban ser desarrollados. Ahora es necesario añadir los materiales que ha generado desde entonces la lucha de clases mundial. Por lo tanto, estamos llevando a cabo deliberadamente una profanación. Sólo importa una cosa: saber si se alinea o no con la larga continuidad de todas las profanaciones que ha cometido el pensamiento revolucionario, y que no puede evitar cometer para no asfixiarse.

Prólogo a la edición italiana de «Pro Segundo Manifiesto Comunista», 1967

No hay marxismo fuera o al margen de la lucha de clases

El comunismo es un proceso de negación del capitalismo que está en marcha desde el momento mismo en que aparece el proletariado como clase universal.

El comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual.

Marx y Engels. La Ideología alemana, 1846

El marxismo es la expresión teórica de las posibilidades máximas, en lo inmediato e históricamente, de esa negación en proceso. Como toda expresión de un movimiento, no puede existir al margen de él. Es decir, ni puede existir como cuerpo dogmático, como doctrina fijada de una vez y para siempre, ni puede existir fuera de la lucha organizada de la clase trabajadora.

En realidad lo que se llama marxismo es la expresión teórica de la lucha de la clase trabajadora, sus posibilidades últimas y sus medios. En otras palabras: la forma teórica más avanzada, más libre de ilusiones ideológicas, de la consciencia de clase. Y una vez más: como tal no puede existir al margen de la clase que le da lugar, creerlo sería caer de nuevo en la separación entre el cuerpo y el alma propia del idealismo religioso... lo que no resulta muy marxista.

Es cierto que ese error existió en el propio movimiento obrero bajo la forma de la «consciencia implantada en la clase desde el exterior» de Kautsky. Y es cierto que revolucionarios como Lenin en ciertos momentos de aislamiento la hicieron suya. Pero aun sin dejar de ser un error, al menos atribuían ese papel «inyector» a la organización política, un organismo que surgía y agrupaba a los sectores más avanzados, por pequeños que fueran, de la clase trabajadora. Pero el error se vuelve aberración evidente cuando «el partido» es sustituido por «la academia», es decir, por un órgano del estado -o sus funcionarios- cuya función no es otra que adoctrinar y fabricar ideología.

La Universidad es un organismo del estado de clase

No puede salir «marxismo» de la universidad porque la universidad es un órgano de una clase distinta y adversa cuya función es precisamente crear ideología, aquello que el marxismo pretende demolir. Y tampoco puede salir de individuos, sean profesores o fontaneros, porque la consciencia de clase es el producto del movimiento y la lucha de una clase y por tanto solo puede tener una existencia y una expresión colectiva, por escasa que sea en términos numéricos.

La figura del «profesor marxista», un individuo que es capaz de sustituir a una clase entera y elaborar en soledad la comprensión de su situación histórica y de los pasos que debe dar es, sencillamente absurda desde una perspectiva marxista. Es la posición que pretendía para sí el famoso doctor Eugen Dühring cuya teoría disecciona, demoledoramente, Engels.

¿Quiere eso decir que el movimiento de clase no podrá ganarse a profesores universitarios? No, claro que no. Pero, ¿alguien ha pensado qué tremenda virulencia y fuerza tendría que estar demostrando el movimiento de clase actual para haberse «ganado» a los miles de «profesores marxistas» que «enseñan» en las universidades de todo el mundo?

Y en todo caso… ¿qué significa para el movimiento obrero «ganar» a un intelectual? ¿En qué consistió «ganarse» por ejemplo… a Marx, Engels, Rosa Luxemburgo, Lenin o Trotski? En integrarlos como militantes en sus organizaciones, no en «integrar sus contribuciones» sin que tuvieran que comprometerse en el movimiento material, algo que solo pretendieron los «Dühring» de cada época.

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