Socialismo en un solo país

Socialismo en un solo país

Doctrina y práctica política nacida como bandera de la contrarrevolución en Rusia que afirmaba que una Revolución Mundial no era necesaria para «construir» el socialismo y que el estado ruso, rebautizado como «patria socialista», era la principal conquista del proletariado universal.

La consecuencia principal del socialismo en un solo país fue la primacía de las relaciones internacionales del capitalismo de estado ruso sobre el desarrollo de la Revolución Mundial; y la Internacional y sus distintos partidos nacionales supeditarse incondicionalmente a la defensa de la «patria socialista».

El socialismo en un solo país en la práctica

En la práctica su adopción afirmó los intereses de la burocracia rusa por encima de la Revolución mundial. Al imponerse en los partidos nacionales desde la Komintern, éstos allanaron el camino a derrotas cada vez más sangrientas al proletariado (Gran Bretaña en 1926, entrega de la revolución china al Koumintang en 1926-27, llegada al poder de Hitler en Alemania...) hasta convertirse en los organizadores directos de la contrarrevolución y la masacre de los trabajadores en 1936-37 en España, abriendo el paso a una nueva guerra imperialista mundial en la que tras dos años de alianza con Alemania, llamarían al encuadramiento con las potencias imperialistas aliadas.

La ruptura con el internacionalismo, o sea con la lucha del proletariado mundial, quedó oficialmente marcada a mediados del decenio 20, con la superchería del «socialismo en un solo país». Acarreó ésta la stalinización de la Internacional Comunista, y la consecuente transformación de sus partidos en organismos de defensa para-militar o militar según los casos, de las fronteras de Rusia. Por natural prolongación, también en organismos de expansión imperialista, puesto que entre la defensa y la expansión se interpone sólo una peripecia militar, cuando no sencillamente diplomática.

La primera utilización directamente militar de un partido tuvo lugar en China. Poco después de la destrucción de los soviets por Chiang Kai-chek y Mao Tse-tung coaligados, Moscú dio orden de acometer contra el primero una guerra de hostigación indeclarada, suministrando el apoyo logístico indispensable y frontera protectora. El método fundamental de su política exterior quedó establecido una vez por todas: ante todo alejar, sí necesario aplastar, la revolución proletaria; después, defensa militar directa o indirecta de los intereses rusos.

El abandono de Alemania a Hitler, el Frente Popular, la destrucción de la revolución española, se inscriben en esa línea política que niega e impide la lucha de la clase explotada en cada país e internacionalmente. Con la guerra, dicha línea desemboca en la instalación de Rusia como segunda potencia imperialista, aunque no sin ayuda material de la primera. Entonces, queda destapada la significación de la política exterior inaugurada en China: rechazo de la revolución comunista a todo costo, como condición de libre juego entre potencias imperialistas.

Todas las operaciones montadas por Rusia (Corea, Vietnam, Cuba, Bengala, etc.) no se distinguen de la intervención militaro-policíaca en Berlin-Este, en Hungría, Checoslovaquia, Polonia, por su naturaleza, sino por mero accidente geográfico, por desarrollarse en zona americana. Hay estricta continuidad y completamiento entre la pretendida «larga marcha» de Mao Tse-tung, el aplastamiento de la revolución en España y la invasión de Checoslovaquia en 1968.

G. Munis. Partido-Estado Stalinismo Revolución, 1974

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